MIGAS EXTREMEÑAS

¡Cómo disfrutamos de la comida sencilla!

Es así, de verdad. En mi familia siempre hemos disfrutado de las comidas más sencillas y humildes como si se tratara de los manjares más exquisitos del planeta. Recuerdo al abuelo Helio que en algunas ocasiones exclamaba con su gracejo sevillano: "no sé cómo habrá comido hoy la reina, pero yo sí que he comido como una reina". Nosotras, que éramos chicas e inocentes, le respondíamos: "será como un rey"; a lo que él replicaba con toda la cordura del mundo: "¿y por qué no voy a poder comer yo como una reina?". Os aseguro que todavía no se sabía nada de lenguaje no sexista, de igualdad de géneros, de micromachismos o feminacismos... Era otra época ciertamente. 

Pues nosotros hemos comido hoy como reyes: como los reyes del campo, de la dehesa, del pastoreo, de la austeridad, de la sencillez. Porque hemos comido migas, aprovechando el pan duro que tenía sobrado de la semana. Y hemos disfrutado un montón.


QUÉ NECESITO:

  • Pan duro, mejor que esté asentado (yo he usado tres bollos de pan blanco y dos integrales que se me habían quedado duros estos días atrás; con este pan han salido cuatro platos de migas)
  • Aceite de oliva virgen extra
  • 8 dientes de ajo
  • Un vaso de agua templada con una cucharada de sal
  • Opcional: pimiento rojo, pimiento verde, chorizo rojo o pimentón
  • Para acompañar: aceitunas rajás o machás, sardinas, uvas, café, chocolate...

CÓMO SE HACE:

Primero he troceado el pan y lo he picado en la michicuchi, poniéndola 10 segundos en la potencia 10, según dicen sus propias instrucciones. Lo echo en una fuente grande y le añado el vaso de agua templada en el que he disuelto una cucharadita de sal fina previamente. El agua se vierte sobre el pan poco a poco mientras se va dando vueltas con una cuchara. Se revuelve el pan para que todas las migas queden húmedas. Se tapan con un paño y se reservan.

Luego se echa en la sartén un chorreón generoso de aceite de oliva y se ponen a freír los ajos, con cáscara y rajaditos por la mitad. Se doran los ajos y cuando estén hechos, se sacan en un plato y se reservan. 

Si se van a echar más ingredientes, se van haciendo en el aceite y se van sacando en un plato. Yo hoy he puesto pimiento rojo. Lo he lavado y secado, lo he cortado en tiras y lo he añadido al aceite. Cuando estaba doradito, lo he apartado en el plato. Si quieres echar chorizo, por ejemplo, lo echarías ahora y los sacaría aparte.

Una vez pasados por el aceite los ingredientes (yo hoy he pasado primero los ajos y luego los pimientos), es el momento de añadir el pan. Se echa en la sartén y se revuelve, para que el aceite se reparta lo más posible. Se le va dando vueltas, hasta que las migas estén hechas. 


Esta tarea de dar vueltas la he ido "perfeccionando" con el paso del tiempo. Comparto mi modo de hacerlo, por si quien lee estas líneas quiere aprovecharlo. He mezclado dos modos de remover la migas: el que aprendí de mi madre y el que aprendí en algún documental de la tele, en el que salían unos pastores haciendo migas en el campo. Por una parte, mi madre me enseñó que las migas hay que removerlas continuamente para que no se peguen. En la tele vi cómo un pastor echaba el pan al caldero y dejaba que se tostara, luego le daba la vuelta a la torta de pan y dejaba tostar por la otra cara. Finalmente, rompía la torta con su cucharón de madera. Pues lo que yo hago es dejar que se tuesten levemente las migas durante unos minutos y luego las remuevo. Dejo que se tuesten otro poco y vuelvo a remover. Y así, hasta que están hechas uniformemente. Si acaso se secan, se puede espurrear un poco más de agua, pues las migas no deben de quedar como pan seco, sino algo jugositas.

Las migas se pueden acompañar con aceitunas machás o rajadas, si están en temporada. Hay gente que las acompaña con uvas. A mi me gustan con sardinas asadas, si las hay. Hay quien las toma para comer y quien las toma para desayunar. 

¡Y así es como en nuestra casa, con un alimento tan sencillo como el pan, podemos comer como reyes cualquier día del año!




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