¡Cuando comer es divertido!
Este es otro de los recuerdos gratos de mi infancia: ¡el día que la abuela Celina hacía garbanzos fritos!
Ella los hacía con los garbanzos sobrantes del puchero, lo que no era muy corriente ya que los cuatro hermanos éramos auténticos devoradores de comida y no solía sobrar. Pero había ocasiones en las que había garbanzos de sobra y mi madre nos los hacía fritos para la cena. Era como comer pipas, ponía un plato grande en el centro de la mesa e íbamos picoteando mientras disfrutábamos de su sabor y su crujiente textura.
En muchas ocasiones lo hago para acompañar un cuscús con verduras o con pollo. Nos gusta a todos ¡no podía ser de otro modo!
QUÉ NECESITO:
- Un bote de garbanzos cocidos.
- 4 o 5 dientes de ajo
- 2 hojas de laurel
- Aceite de oliva virgen extra
- Cilantro en grano
CÓMO SE HACE:
Se enjuagan los garbanzos y se escurren.
En una sartén echamos un chorreón de aceite de oliva y doramos los ajos, pelados y troceados en rodajas gordas, junto con las hojas de laurel.
Se añaden los garbanzos y se fríen durante unos minutos. Es importante poner una tapa, porque suelen saltar al calentarse. Para moverlos en la sartén es mejor menear ésta, aunque se le puede dar una vueltita también con una espumadera o cuchara de madera. Se añade también un puñadito de cilantro en grano, yo suelo darles unos golpes de mortero para que suelten todo su aroma.
Cuando están dorados se apaga la candela y se sirven.
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