Muy fáciles de hacer y muy buenos
Me encanta todos los frutos del mar, el pescado, el marisco, las algas... ¡todo! Y entre ellos, los mejillones son de mis favoritos. Los mejillones son ricos en hierro, vitaminas del grupo B, yodo, calcio, sodio y fósforo y son pobres en grasa, por lo que son un alimento más que recomendable. Pero además, me gusta porque provienen de un cultivo tradicional y una pesca controlada en Galicia. Por supuesto, si consumo mejillones quiero que sean gallegos, y no chinos.
Se pueden comprar frescos en las pescaderías, pero también se encuentran congelados en algunas tiendas. Y este formato me gusta porque así sé que puedo consumir mejillones en cualquier época del año. Si se compran frescos, se lavan bien y se abren al vapor en una cazuela grande. Muchas veces lo he hecho así. Aprendí a hacer una vinagreta con tomate, pimiento y cebolla picado en trozos muy menudos y aderezar mejillón por mejillón dentro de una de sus conchas, la cual le sirve como platito.
Pero a mi me incomodaba bastante acercarme la concha del mejillón a la boca, así que ideé este otro modo de presentar los mejillones a la vinagreta. Son tan fáciles de preparar que nos sirven de cena muchas noches de verano. Y en ocasiones especiales o encuentros familiares también tienen mucho éxito.
Para saber cómo preparo los mejillones a la vinagreta, sigue leyendo.
QUÉ NECESITO:
- Una bolsa de 450 gramos de mejillones congelados, mejor si son mejillones de las Rías Gallegas
- Dos o tres tomates grandes
- Un pimiento verde
- Una cebolla fresca
- Aceite de oliva virgen extra, vinagre de manzana y sal
CÓMO SE HACE:
Pongo en la candela un cazo con agua y media cucharadita de sal. Cuando rompe a hervir, añado los mejillones directamente, sin descongelar, espero a que vuelva a hervir y los dejo dos o tres minutos. Cuando veo que están tiernos, aparto y reservo. Esta operación hay que hacerla unas horas antes porque tiene que dar tiempo a que se enfríen los mejillones y su caldo.
Por otro lado, en una ensaladera pongo los tomates y el pimiento verde, lavados y troceados en trozos pequeños. Añado media cebolla fresca igualmente picada fina.
Echo los mejillones y parte del caldo hasta que todo el contenido queda cubierto. Añado un buen chorreón de aceite de oliva y otro chorreón generoso de vinagre. Pruebo y rectifico la sal. Revuelvo y meto en la nevera un buen rato para que se mezclen los sabores.
¡Y ya solo queda servir y disfrutar!
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