TRUCHA CON JAMÓN AL HORNO

Un pescado sabroso, económico y sostenible

No sé si será por mis raíces andaluzas, sevillanas y gaditanas, pero la verdad es que me encanta el pescado. En casa gusta mucho, pero aun a algunos de mis hijos les cuesta un poco pelear con las espinas. A mi nunca me han incomodado. Aprendí de chica a comerme el pescado frito con las manos, apartando cuidadosamente espinas centrales o dorsales. Me encantaban la merluza, las pijotas, las acedías, que eran los pescado que mi madre servía en la mesa con mayor frecuencia.

Después de casarme, una vez una vecina nos regaló una carpa que su marido había pescado en el río. La preparé al horno y la comimos, pero no conseguí quitarle el sabor a cieno que tenía su carne. No me gustó nada. Prefiero el pescado del mar "de aquí a Lima". 

Pero las truchas son diferentes porque, aun no teniendo el sabor yodado que tienen los pescados marineros, están sabrosas y no son muy difíciles de comer. Quiero decir que no es mucho lo que hay que pelear con las espinas, una vez que aprendes a manejarlas, claro está.

Cuando vivíamos en Granada, fuimos una vez de excursión a una piscifactoría en la que se criaban las truchas arcoiris. Nos llevaron nuestros amigos Jesús e Inma, junto con sus cuatro hijos. Fue una excursión diferente, conocimos el funcionamiento de la piscifactoría y pudimos jugar a que pescábamos. Nos enseñaron los diversos tanques donde se criaban las truchas, todos bañados por las frías aguas del río. Las que se escapaban de los tanques iban a parar a una laguna en la que se podía practicar la pesca, alquilamos las cañas y nos dieron unos granos de maíz de lata como cebo. La trucha que pescabas te la podías llevar (previo pago de su importe). Fue muy instructivo y entretenido, los niños disfrutaron muchísimo con esta actividad, aunque he de decir que, gracias a Dios, luego a ninguno le dio por seguir practicando la pesca. 

Al día siguiente nos comimos las truchas en casa, con gran placer por parte de los adultos y con gran pesar por parte de los niños, a los que les resultaba una tarea difícil apartar las espinas. 

Así pues, aunque prefiero los pescados de mar, de vez en cuando pongo truchas en la mesa. La trucha es un pescado semigraso, que contiene buenas proteínas, así como minerales y vitaminas. Se trata de un alimento muy nutritivo y aconsejable. 

Muchas veces la he cocinado "a la navarra", friéndola con su loncha de jamón serrano. Pero ahora la hago al horno, porque el pescado queda así más saludable y muy, muy rico.

Si quieres saber cómo se hace la trucha con jamón al horno, sigue leyendo.

QUÉ NECESITO:

  • Una trucha por comensal. Las que se venden en la pescadería suelen ser de tamaño ración. Yo hoy he cocinado para cinco.
  • Una o dos lonchas de jamón serrano por cada trucha.
  • Aceite de oliva virgen extra.
  • 3 dientes de ajo, unas ramas de perejil fresco.
  • Sal, pimienta.
  • Medio vaso de vino blanco.

CÓMO SE HACE:

Primero pedimos al pescadero que nos dé las truchas limpias, sin tripas. Luego las lavamos bien hasta que desaparezca la capa gelatinosa que las cubren. Las escurrimos. Salpimentamos por dentro y reservamos.

En el vaso de la batidora echamos los tres dientes de ajo, un chorritín de aceite de oliva, el perejil fresco lavado y troceado, media cucharadita de sal y el medio vaso de vino blanco. Lo trituramos todo y reservamos.



Untamos la bandeja del horno con un poco de aceite de oliva. Cogemos cada trucha y le ponemos  jamón dentro de la abertura lateral. Yo pongo una loncha grande. Una vez rellenas de jamón las vamos poniendo en la fuente del horno. Cubrimos con el triturado de ajo y perejil y lo ponemos en el horno.


El horno, como es habitual, lo tenemos precalentado a 180 grados. Dejamos hacerse las truchas entre 15 y 20 minutos. 


Se pueden acompañar con patatas fritas, o patatas panaderas, y también con una buena ensalada verde o de tomates. ¡Y ahora solo queda servir y disfrutar!






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