Aprovechar todo en la cocina es un imperativo moral
Nos lo enseñaron nuestras madres y nuestras abuelas: ¡la comida no se tira!. Siempre nos han recordado que hay mucha gente que no tiene la suerte de comer todos los días, y que es una ofensa tirar comida por descuido o desgana. Hoy día ya hay voces que alertan de que el desperdicio alimentario es un atentado contra el planeta, pero no nos olvidemos de los que no tienen la despensa llena y de quienes en otras partes del mundo no saben si podrán comer hoy o no.
Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Es verdad que a veces tengo que tirar comida: se ha pochado una fruta o me sobró pan y no lo aproveché a tiempo, o quedó un resto en la nevera que se perdió durante días hasta que ya no era comible. Pero en nuestra casa intentamos aprovechar todo. Por ejemplo, mi frutera Anita, ya sabe que no quiero que me corte los puerros, las hojas verdes también se aprovechan bien y las uso siempre. Además, en muchas ocasiones, comemos restos. Sé que esto se hace en muchas casas, la abuela Celina lo llamaba "comer a la carta". Ella decía hay esto, esto y lo otro y nosotros elegíamos lo que más nos gustaba. En casa de José, mi yerno paraguayo, le llaman "gracia de Dios" a la comida que se hace de los restos del día anterior o de días anteriores.
En las fiestas navideñas solemos hacer muchos excesos, comprando y cocinando de más para agasajar a nuestros invitados. A mi me pasa, aunque no tenga invitados, como estos años pandémicos en los que estamos pasando las fiestas solo con la familia nuclear. Pero, aunque cocine más cantidad, procuro que se coma todo (aunque haya que repetir varios días, jejeje) y aprovecho todo lo que se elabora pero no se añade a algunos platos.
Por ejemplo, ya os he hablado del consomé de Navidad, que es tradición en casa. La verdad es que hago consomé para un ejército, pero con el caldo que sobra hago esta deliciosa sopa del día después y, si aun sobra, se puede congelar perfectamente para tomar sopa o caldo cualquier otro día.
Es tan fácil que casi no necesita que lo explique pero, por si a alguien le inspira, aquí tenéis cómo se hace:
QUÉ NECESITO:
- Caldo de gallina, o de pollo, o de carne que haya sobrado de una elaboración anterior
- Dos huevos
- Un poco de arroz
- Las sobras de gallina, carne o jamón, desmenuzados
- Agua, sal
CÓMO SE HACE:
Pongo a calentar el caldo que tenga sobrante. Si veo que es poca cantidad, le añado un poco de agua, lo pruebo y añado sal si veo que la necesita.
Cuando rompe a hervir le añado el arroz, un puñadito por comensal (teniendo en cuenta que mi mano es pequeña, que una vez le dije a mi marido que echara un puñadito de arroz y aquello parecía el milagro del arroz, de Olivenza).
Si en la casa no hay celíacos el arroz se puede sustituir por alguna pasta de sopa, como fideos finos.
Mientras tanto, pongo en un cazo los huevos y los cuezo con un puñadito de sal (ayuda a que no se rompan las cáscaras y se salga el contenido por el agua de cocción).
Cuando el arroz está casi en su punto, añado los restos de carne y jamón que tenga.
Pelo los huevos y los pico en trozos menudos. Apago la candela y añado el huevo.
Se puede servir con hierbabuena fresca o seca.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Nos encanta saber qué opinas!