Cuaresma, tradición, bacalao
Hoy es viernes de cuaresma y tradicionalmente en días como este no se come carne. En realidad, los viernes de cuaresma son días de abstinencia para los católicos, que intentan vivir este tiempo como un camino de acercamiento a Dios. Tanto el ayuno como la abstinencia hay que entenderlos, no sólo en sentido estricto, sino como prácticas espirituales. Es decir, no se trata de una norma que haya que cumplir sin más, sino que es una invitación a prescindir de algo material para centrarse en lo realmente importante: Dios y los hermanos.
La abstinencia consiste en no comer carne los viernes de cuaresma. ¿Por qué carne? Porque tradicionalmente la carne era una comida costosa que solía reservarse para los días de fiesta o celebraciones. ¿Por qué viernes? Como anticipo del Viernes Santo, día en que murió Jesús. Pero, como he dicho antes, vale más la actitud del creyente que la práctica en sí.
Durante mucho tiempo no había dado importancia a estas prácticas pero ahora creo que sí pueden ser significativas en mi vida y procuro "seguir la tradición" en lo que puedo. Y así, cuaresma tras cuaresma, me gusta plantearme los viernes como retos en los que cocino una comida sencilla que nos ayude a preparar nuestro corazón para amar más y mejor.
Estos son los días en que hago potaje de garbanzos o espinacas con garbanzos, o bien preparo bacalao que es un pescado tan típico de estas fechas. Hoy he hecho bacalao con tomate y, si te gusta el pescado y el tomate frito, te aseguro que este plato no te dejará indiferente.
Si quieres saber cómo se prepara este rico plato de vigilia cuaresmal, sigue leyendo.
QUÉ NECESITO:
Hoy he cocinado para dos personas. Si quieres hacer la receta para más personas, adapta las cantidades.
- 4 lomos de bacalao
- Media cebolla, un diente de ajo, medio pimiento verde
- Dos o tres tomates rallados o una lata de tomate triturado (unos 300 gramos)
- Aceite de oliva virgen extra, sal, pimienta negra
- Opcional, media cucharadita de azúcar para corregir la acidez del tomate
CÓMO SE HACE:
Hoy he usado bacalao congelado, que viene al punto de sal. Se puede hacer también con bacalao fresco, o seco. Pero si es bacalao salado hay que desalarlo antes dejándolo 48 horas en agua y en la nevera, y cambiando el agua dos o tres veces para que suelte toda la sal.
He sacado el bacalao la noche antes para que se descongele, pasándolo al frigorífico. A la hora de cocinarlo, he escurrido el agua que había soltado en la descongelación y lo he troceado porque me gusta en trozos pequeños. Hay que tener en cuenta que este pescado es muy delicado y con los trozos pequeños hay más peligro de que se deshaga. Pero si lo tratas con mucho mimo puede quedar bien.
He puesto un fondo de aceite de oliva en la cazuela y he cocinado levemente el pescado por ambos lados, a temperatura suave. Lo he sacado y lo he reservado.
He picado la cebolla, el ajo y el pimiento verde y lo he echado en el aceite que quedaba en la cazuela, donde se ha sofrito unos minutos hasta que ha empezado a dorarse.
En este momento he añadido el tomate triturado. Como en esta época no hay tomates buenos, prefiero usar tomate en conserva, pero se puede hacer rallando tres o cuatro tomates buenos. He añadido una pizca de sal y una punta de pimienta negra. He dejado que se fría el tomate unos 25-30 minutos, a fuego lento, vigilándolo y dándole una vuelta de vez en cuando. Si al probarlo te parece que está muy ácido, se puede echar media cucharadita de azúcar y removerlo.
Una vez está el tomate en su punto, se ponen cuidadosamente los trozos de bacalao en la cazuela y se mantiene dos o tres minutos más a fuego lento, meneando la cazuela para que el tomate cubra bien todas las piezas de pescado. Se apaga la candela y se deja reposar.
¡Ahora solo queda servir y disfrutar!
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Este plato se puede comer solo o acompañado de arroz o patatas pero, siempre, con un buen trozo de pan a mano. |
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